Visión teológica y pastoral típica del Papa Francisco
Bajo el nombre “cultura del encuentro” se esconde una profunda visión teológica y pastoral típica del Papa Francisco que muchos obispos, como el nuevo arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, han tomado como leit-motiv de su ministerio. Don Carlos mencionó este término, a penas hace un mes, nueve veces en la homilía de su primera misa como arzobispo de Madrid.
El significado del concepto “Cultura del Encuentro” requiere de una determinada hermenéutica para descubrir toda su hondura y todo su potencial, como ocurrió hace cincuenta años con la afirmación del beato Pablo VI de que “la Iglesia es diálogo”.
Y es que mientras creamos que el diálogo y el encuentro forman parte del ámbito de la metodología (en este caso de la evangelización, pero es extensivo a todos los órdenes de la vida), no alcanzaremos nunca a entender su valor. Decir que la Iglesia es diálogo no es decir sólo que la Iglesia necesite del dialogo para encontrar al hombre de hoy, sino que en si misma, en su más profunda esencia, es diálogo, diálogo de Dios con el hombre y del hombre con Dios, y diálogo entre los hombres, entre todos los hombres.
Y hablar de cultura del encuentro, como básico identificativo cultural de la fe cristiana, no es sólo decir que en el diálogo entre la fe y la cultura de hoy hay que propiciar el encuentro, sino que la fe sólo se hace cultura si está es, en si misma, cultura del encuentro, cultura que abraza toda cultura, cultura que sirve al encuentro de todos los hombres y que busca el encuentro entre todas sus tradiciones y movimientos culturales y sociales.
Diálogo y encuentro, para la Iglesia, no son medios, son fines. Propiciar la cultura del encuentro significa establecer círculos concéntricos que van de la comunión eclesial (amplia, plural, no excluyente, lejos de sospechas y prejuicios), a la fraternidad universal, al engranaje social, en el que la Iglesia puede derramar el oleo de su unidad y de su caridad porque lo lleva en su propia identidad.
En la enseñanza de Don Carlos Osoro por eso no hay una denuncia de la cultura secularista y relativista, sino la oferta de una cura al des-dibujamiento del ser humano cuando no se reconoce llamado a amar; de una cura al desencanto, la desesperanza, la desilusión, acompañando al hombre concreto en sus necesidades concretas; y de una cura a la desorientación, para que todos descubramos que nuestra trayectoria vital no es la de un vagabundo, que no sabe donde ir, sino la de un peregrino, que tiene una meta a la que llegar.
Source: Aleteia / Manuel Bru